sábado, 7 de agosto de 2010

Mas que un campamento...


Tenía como 12 años cuando me fui de primera y ultima vez a un campamento. Realmente no entendía muy bien si esto era un ritual que todos en la familia debíamos efectuar o simplemente era parte de una actividad propia y común de las vacaciones escolares. Para mi, la experiencia no fue buena, quizás tuve mala suerte, quizás no fue el campamento indicado para mi.

Ahora, ya pasados mis cuarenta años, me doy cuenta de una realidad distinta sobre los campamentos. Me genera cierta rabia conmigo mismo haber sido tan tonto y poco flexible para no haberme ido para algún campamento durante las vacaciones. Pero, ¿porqué tanto análisis después de tanto tiempo?

La verdad es que desde el año pasado, cuando mi hija mayor emprendió su experiencia campista en Rincon Grande, el impacto y el aprendizaje no ha sido solo para ella, ha sido un efecto familiar muy positivo y gratificante. Mil veces me he imaginado participando en las cientos de actividades que transcurren durante tres felices semanas en el campamento. Compartiendo con amigos. Aprendiendo a lidiar con independencia y a ser tolerante con los demás.

La experiencia campista trasciende más allá del simple hecho recreacional que tiene por obvias razones el campamento. La experiencia envuelve valores, los profundiza, los amarra en tu persona y los mantiene allí para que no se te olviden nunca.

Hoy, mas que nunca, el poder asistir a un campamento tiene un valor incalculable por las grandes compensaciones que este impregna en los campistas. El fin de semana pasado, mientras realizábamos el día de visita, encontrábamos un grupo de familias y amigos dispuestos a colaborar, a pasarla bien sanamente. Los valores estaban ahí, por todo el sitio, regados en cada niñito corriendo y en cada papá que intentaba aprovechar el tiempo al máximo para disfrutar de la inversión.

Es esta una experiencia mas que maravillosa, es fundamental para seguir creando valores y buenas costumbres en una sociedad corrompida por el dinero, lo material y la asquerosa política que nos alimenta las pesadillas durante la noche. Es esta una experiencia que va mucho más allá del jugar y conocer nuevos amigos.

Espero con demasiadas ansias que sean las 5 de la tarde de hoy para recibir a mi hija y a sus amigas, para verlas un poquito mas grandes, mas humildes, mas sinceras, mas atrevidas, mas amigas y con mas ganas de seguir queriendo a Venezuela sin importar quien sea el malandro de turno que nos gobierna.

Me arrepiento tanto de no haberme obligado a experimentar como mi hija, unas vacaciones en Rincon Grade, para que cuando esté grande, ella lleve si Dios quiere a sus hijos a ese mismo campamento y puedan ellos crecer como su mamá.

Otro año mas, otra temporada que se termina, nuevos amigos que recordar y mantener el contacto, muchos valores que se arraigan.....

A los que empiezan una temporada en cualquier campamento del país, aprovéchenlo al máximo y aprendan mucho! FELICES VACACIONES!


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